Finalmente Michael Jackson tuvo su funeral y, como no podía ser de otra manera, fue un mega show, con decenas de leyendas del espectáculo como invitados y miles de personas despidiéndolo. No se puede negar que resulta apropiado, y seguramente él estaría muy satisfecho con el resultado. Y me alegro por ello.
Lamento que tanta gente haya apenas conocido a Michael Jackson en esta última etapa de excéntrico monstruito hiper-famoso. Porque uno que de chico escuchaba los cassettes de Thriller y Bad, y luego se compró el CD de Dangerous, sabe que esa fama está más que justificada, y merecida. Porque esos fueron no sólo buenos discos, fueron grandes discos. Y cuando vimos por primera vez a esa banda de zombies (literalmente) bailando break-dance en el video de Thriller, todos nos quedamos con la boca abierta y dijimos "¡Faaaa!" (sí, los chicos en la década del '80 decíamos "faaa"; como sea, uno a los 5 años no tiene un vocabulario demasiado extenso). Eso era ser cool (antes de que se usara a palabra). Michael Jackson era lo cool. Michael Jackson era lo más.
Entonces, por Billie Jean, Thriller, Beat It, Bad, Smooth Criminal ... (y no sólo los temas: ¡esos videos! Hasta Black or White, que no era un gran tema, tenía un clip que volaba la cabeza); por el break-dance, las camperas de cuero con miles de cierres, por Moonwalker (¿quién se acuerda de esa peli?) y Michael Jackson aun negro haciendo de espantapájaros en una versión volada de El Mago de Oz (¡ja, seguro que nadie se acuerda de esa! es genial, búsquenla); por esos grititos histéricos que daba, por We Are the World y, cómo no, por el moon-walking (¿quién no quizo hacerlo alguna vez?) ... gracias.
El rey ha muerto, que viva el rey.
Esta nota fue originalmente publicada por Martín Pérez Rivas en Reseñas el jueves 9 de julio de 2009, luego de los funerales de Michael Jackson
Lamento que tanta gente haya apenas conocido a Michael Jackson en esta última etapa de excéntrico monstruito hiper-famoso. Porque uno que de chico escuchaba los cassettes de Thriller y Bad, y luego se compró el CD de Dangerous, sabe que esa fama está más que justificada, y merecida. Porque esos fueron no sólo buenos discos, fueron grandes discos. Y cuando vimos por primera vez a esa banda de zombies (literalmente) bailando break-dance en el video de Thriller, todos nos quedamos con la boca abierta y dijimos "¡Faaaa!" (sí, los chicos en la década del '80 decíamos "faaa"; como sea, uno a los 5 años no tiene un vocabulario demasiado extenso). Eso era ser cool (antes de que se usara a palabra). Michael Jackson era lo cool. Michael Jackson era lo más.
Entonces, por Billie Jean, Thriller, Beat It, Bad, Smooth Criminal ... (y no sólo los temas: ¡esos videos! Hasta Black or White, que no era un gran tema, tenía un clip que volaba la cabeza); por el break-dance, las camperas de cuero con miles de cierres, por Moonwalker (¿quién se acuerda de esa peli?) y Michael Jackson aun negro haciendo de espantapájaros en una versión volada de El Mago de Oz (¡ja, seguro que nadie se acuerda de esa! es genial, búsquenla); por esos grititos histéricos que daba, por We Are the World y, cómo no, por el moon-walking (¿quién no quizo hacerlo alguna vez?) ... gracias.
El rey ha muerto, que viva el rey.
Esta nota fue originalmente publicada por Martín Pérez Rivas en Reseñas el jueves 9 de julio de 2009, luego de los funerales de Michael Jackson
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